viernes, 7 de marzo de 2008

¡Buenos docentes para todos!

En Chile hay poco menos de 4 millones de personas estudiando en algún establecimiento escolar y unos 70.000 personas trabajando como docente. El sistema de evaluación de los docentes opera al nivel nacional y no muchos creen que indica la calidad de cada docente de forma adecuada. Podemos asumir que solamente una parte de los docentes actuales tienen una alta calidad profesional. Es decir, los "buenos" docentes son un recurso humano escaso, por lo cual los establecimientos compiten por ellos.

Los directores de las escuelas públicas - en general - no pueden decidir quien contratar ni quien despedir, por restricciones legales y financieras. Entonces aún si ellos sí conocen la calidad de sus docentes, no pueden actuar. No hay mucha duda que los establecimientos particulares pagados son los ganadores en esta competencia por los buenos docentes.

Por otra parte, se pone mucha enfasis en la calidad de la gestión y otros aspectos, que si bien son importantes, no podrán solucionar el problema de la mala calidad educacional: la calidad efectiva de los docentes definirá el techo de las posibilidades.

La calidad profesional que un docente mustra en un determinado momento es el resultado de a lo menos tres factores: sus características personales (inteligencia, motivación ...), la calidad de su formación inicial (en alguna universidad) y la formación contínua y capacitación (tanto en la tarea como externa).

Si empezamos al inicio de la cadena de la carrara profesional, hay jóvenes liceanos que se deciden por una u otra carrera. En Chile, donde tenemos más niños en la población que en los países ricos, la proporción de liceanos talentuosos que se deciden por la carrera docente, debería ser más elevada que en los países ricos. Sin embargo, con la reputación y las perspectivas económicas que esta profesión tiene en Chile, podemos dudar que esto sea el caso. Cambiar la atractividad de una profesión como los docentes es una empresa de varios años de esfuerzos, 10 no será exagerado.

¿Qué se puede hacer y qué se está haciendo para aumentar la atractividad de la profesión docente?

Pongamos que dentro de los 10 años por venir, se lográ hacer la profesión docente algo que atrae un número suficiente de candidatos aptos. Luego las universidades deberían seleccionar los candidatos más adecuados y realizar una formación de alta calidad, moderna en su forma y en su contenido. Según los informes de los evaluadores de la OECD unos años atrás, esto no es el caso, ni será el caso tan pronto. Pongamos 10 a 15 años.

¿Qué se puede hacer y qué se está haciendo para aumentar la calidad de la formación inicial de los (futuros) docentes?

Es decir, en unos 20 - 25 años, podrá aparecer una población de docentes de calidad comparable con los países que tanto se admiran en Chile. Estos nuevos titulados llegarán en un mercado de trabajo y un escenario organizacional dominado por una gran mayoría de antiguos docentes: deben poder conquistar un cupo y deben trabajar con una mayoría de colegas de la antigua categoría. Si solamente la jubilación crea espacio para los nuevos, entonces el cambio de turno tomará más de 20 años.

¿Qué se puede hacer y qué se está haciendo para acelerar el remplazo de docentes?

Y con una masa crítica de docentes del nuevo perfil, en quizás 35 años, entrará una situación en la cual una buena administración podrá hacer más que "administrar la pobreza". Debe estar claro que la buena administración a todos los niveles del sistema educacioal - es parte de lo que podrá aumentar la atractividad de la profesión. Pero aún así, esta breve argumentación ha mostrado claramente que el tema de la atractividad de la profesión, de la calidad de la formación incicial y de la velocidad de inserción en el ámbito escolar, son condiciones necesarias para avanzar.

Considerando las largas demoras en estos tres aspectos, es sumanente urgente crear en Chile una "visión" de la educación del futuro, una especie de "programa espacial". Cuando el presidente Kennedy declaró a su nación que iban a llevar el hombre a la luna, esto creó un esfuerzo enrome. Claro, la meta no se logró durante el gobierno de turno, pero ¿cuánto importa esto al pueblo? Sólo una gran visión genera un sentido de misión; luego surgirán ideas e iniciativas. Se trata del desafío de re-inventar la educación en Chile en un tiempo mucho más breve que los 30 o 35 años arriba mencionados.

Tenemos aquí un problema de una "pipeline" larga y lenta, donde deseamos mejorar la calidad del "material" y reducir el tiempo de proceso. Claramente, concentrarse solamente en las últimas etapas - me parece que esto se está haciendo en estos años - no produce grandes avances. Y la presencia o ausencia de grandes avances es un elemento importante para amplificar el levantamiento de la atractividad de la profesión docente, lo que aumenta la complejidad de la situación, ya que la pasividad o el fracaso se tornan facilmente en un ciclo vicioso.

La velocidad con la cual habrá "buenos docentes para todos" es clave para superar el estado lamentable de la educación en Chile. Es urgente diseñar e implementar programas de intervención basados en una comprensión sistémica de la "pipeline" y de los ciclos (virtuosos y otros). Y parece que solamente nosotros, el pueblo que vota, podemos generar suficiente presión pública para incentivar a nuestros gobiernos.

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